miércoles, 27 de mayo de 2009

Mirando las estrellas en un lago suizo


A ORILLAS del lago de los Cuatro Cantones, muy cerca de Lucerna, hay un promontorio desde el que se puede ver un magnífico paisaje alpino. En la parte alta de la ladera que acaba en el lago, hay una casa de tres pisos. Allí vivieron durante seis años Richard Wagner y su mujer Cosima.
Durante los veranos que pasé en Lucerna, acababa muchas tardes en Tribschen, leyendo en el parque donde Wagner compuso Los maestros cantores. No había absolutamente nadie que visitara la mansión convertida en museo.
En el verano de 1871, Wagner recibió a un ilustre huésped: Friedrich Nietzs-che, que acababa de ser nombrado catedrático de Filología clásica en Basilea. Ambos ya se conocían y habían intercambiado correspondencia...........

El filósofo alemán veía en el arte una expresión superior del intelecto y, más concretamente, creía que la música de Wagner encarnaba los ideales de ese nuevo hombre que se hallaba mucho más cerca de los dioses paganos que del cristianismo que repudiaba.
Nietzsche y Wagner fueron los más importantes creadores de su tiempo porque el primero demolió la metafísica alemana y el segundo creó una revolucionaria estética musical que rompió los moldes del Romanticismo.
Me imagino a los dos paseando por el lago y contemplando el espectáculo formidable de las estrellas brillando por encima del monte Pilatus, cuya sombra cubre al atardecer Tribschen.
Ese impresionante paisaje debió inspirar al autor de la tetralogía, tan dado a ensalzar las fuerzas telúricas de una naturaleza en estado primigenio. Nietzsche también acostumbraba a refugiarse en las alturas alpinas de Sils-Maria para escribir sus libros.

Pedro G. Cuartango/ El Mundo