martes, 21 de julio de 2009

Peligro: niños

Y niñas, que todavía estremece recordar cómo dos compañeras de colegio cosieron a puñaladas a Clara, aquella niña de San Fernando. Quienes buscan la raíz de esta locura de la niñez hablan de crisis de valores, y estén o no acertados, algo nuestro hay en la culpa. Sirvan cuatro casos recientes: el de una chiquilla de Ripollet, el de Marta del Castillo, el de la violación coral de Baena y el de Isla Cristina, donde siete niños han violado a una menor disminuida psíquica. En este último caso les extraña a muchas personas que una niña de trece años, con disminución psíquica, estuviera sola en una feria de madrugada. Hay quienes, en una interpretación lírica de nuestra doctrina política, dice que eso es lo de menos, porque la democracia consiste en que una niña de doce años pueda andar libremente de madrugada por una feria. Ya. Por esa misma razón, no habría que ponerles rejas a las ventanas, porque la democracia consiste en poder vivir en libertad. Según Churchill, la más clara señal de democracia es que si a las cinco de la mañana llaman a tu casa, puedes estar seguro de que es el lechero, y no la Policía. Más lírica. El lechero o una banda de atracadores, o la Policía, sí, para decirte que a tu hijo, que estaba de fiesta, le han pegado cuatro mocosos y está en el hospital. Si lo dejamos todo tan fácil para estos canallas pequeños, pues quitemos también los escoltas y dejemos abierto el coche en la calle. Hay que tratar de acabar con estos niños desalmados, pero también hay que vigilar a sus posibles víctimas, y una niña de trece años, sola en una feria de madrugada, está en el terreno de las posibles víctimas, sabiendo, como sabemos, qué clase de niños se mezclan con una adolescencia sana y divertida. Hay que vigilar al lobo, pero al mismo tiempo hay que saber también por dónde andan, y a qué hora, las ovejas. Y después discutimos en qué consiste la democracia.
Antonio García barbeito / ABC