jueves, 24 de diciembre de 2009

Acordarse!!!!!


Antes de que la muerte

se acuerde

despertá el latido,

que te nace....

animate a descubrir

la poesía del sol,

a soñar un ratito más,

a crear y creer...

antes que la muerte se entere,

acordate que estás vivo.


Daniel Catrillo (Argentina)

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Servicio civil

Bueno es que se reconozca un problema, aunque la solución sea múltiple. La rebelión de los mocitos adinerados contra la policia y los maestros lo subrayan de continuo. No respetan ni a sus padres, que los defienden en exceso contra todo, y pagan las consecuencias: decepcionados y hasta mal tratados igual que los demás....Recuerdo el servicio militar: su ejercicio físico y síquico. Y el aplauso a los objetores de conciencia; el odio a cuanto el Ejército representaba, mis juicios en el TOP. Mi carta a los herederos...Ahora se echa de menos, a esa edad, algo emejante en el campo civil, que no creo que sea la escuela hasta los 18, sino servicios serios al desarrollo propio y de la colectividad. Los adultos, insumisos entonces, se han hecho blandengues: no son buenos modelos. Y los adolescentes son duros sólo en apariencia. El problema está ahí: asustados, sin porvenir y sin aliento, necesitan unirse y aturdirse. Que actúen a cara descubierta. Que midan sus fuerzas. ¡Que sean! O habrá que pelear contra ellos para fortalecerlos.

Antonio Gala / El Mundo

lunes, 26 de octubre de 2009

¿Crisis de los cuarenta?

ESCRIBIR ahora sobre la crisis de los 40 me parece de mal gusto. Es tan difícil llegar a ellos y cuesta tanto, que se quitan las ganas de ponerse a pensar. Yo, como siempre me quité años, no sé si tuve o no esa crisis; ni siquiera si tuve algún día 40. Hoy, tal como están las cosas, me alegra haber superado (¿y casi doblado?) esa edad terrible. Porque agregar una crisis personal a la mundial me parece una redundancia de mal gusto y de peor solución. Será preferible aplazar tal crisis personal para mejor ocasión. Hay dificultades, claro: la una y la otra tardarán en resolverse; la nacional, también. Sobre todo, en España, donde nadie parece darse cuenta de nada. Salvo quienes lo saben, que son la mayoría: qué tristeza. Antes, a los 40, uno se planteaba si había acertado o no; si cabía aún elegir otro camino, otra mujer, otro hombre... Hoy a cualquiera le parece que todo habría sido posible a esa edad en otras circunstancias, cuando un bachecito o un mal badén eran graves problemas. Ahora, no. Ahora la crisis es LA CRISIS. Y lo demás no existe. Sólo se trata de sobrevivir.

Antonio Gala / El Mundo

miércoles, 21 de octubre de 2009


domingo, 27 de septiembre de 2009

La foto de las niñas

LA CULPA no es nuestra por publicar la fotografía, señor Zapatero, sino suya por propiciarla. Y de su mujer por consentirla. En éste, nuestro país, y en semejante coyuntura, llevarse a las niñas de tournée internacional turístico-política, en pleno curso escolar y con cargo al contribuyente, son ganas de provocar. El personal ha estallado, como es lógico y natural. Internet está que arde. El ingenio se agudiza. Las lenguas se afilan y bifurcan. España, señor presidente, disfruta siendo mordaz. Pero es usted y sólo usted quien las ha puesto en la diana.
De todas las vías posibles ha escogido la peor: Podía (debía) haberlas dejado en casa, que hubiera sido lo correcto. En pleno debate sobre la educación, la disciplina y el esfuerzo, con una ciudadanía abrumada por la peor crisis económica del siglo, sus hijas tendrían que estar en clase, cumpliendo con su deber y dando ejemplo al respetable, que al fin y al cabo es quien mantiene a la familia. Pero querían ver a este «líder bueno» de la Casa Blanca y papá les ha dado el capricho.
Podía haberles pagado de su bolsillo el billete de avión en línea regular, así como el hotel y la manutención. Entonces habría estado en condiciones de hablar de «viaje privado» y pedir a los fotógrafos que se abstuvieran de disparar las cámaras. No ha sido el caso.
Podía haber aprovechado la oportunidad para presentarlas en sociedad, justificando su presencia en Estados Unidos por lo excepcional de la ocasión. Para ello, sin embargo, habría debido empezar por decirnos la verdad y proveerse del estilista adecuado, con el fin de difundir una imagen más real de lo que es la Moda de España en lo que atañe a la juventud. Porque, como apuntaba con acierto un sagaz lector de elmundo.es, el destino del periplo era Pensylvania, que no Transilvania. Para gustos hay colores, por supuesto, pero cuando se representa a una nación como la nuestra hay que cuidar el protocolo y suplir con asesores las lagunas (más bien océanos) existentes en dicha materia.
Podía, en fin, haberse abstenido de posar para el ansiado retrato de coleguis junto al matrimonio Obama, a quien, por cierto, no acompañaban las nenas. Pero lo hizo. Posó, posaron todos, a las puertas del Metropolitan, y se consumó el esperpento.
Ahora quieren matar al mensajero. Se rasgan las vestiduras apelando al respeto por los menores, al derecho a la intimidad y a la responsabilidad de la prensa. La responsabilidad no es nuestra, señor Zapatero, sino suya y de su mujer por ponerlas en la diana.

Isabel San Sebastián/ El Mundo

viernes, 25 de septiembre de 2009

¿Cine de autor?

NO TENGO idea clara de qué es ni por qué se hace discriminación sexual por el Ministerio. Salvo que se refiera al que alguien hace por su cuenta, para su satisfacción y en él se siente reflejado. En tal caso, el erario público no cuenta para hombres ni mujeres. Sólo en un cine que merezca que el público lo pague sacando su entrada: cercano, que emocione de cualquier forma a los espectadores. Si el cine español anda de capa caída es por quienes lo hacen, no por quienes lo producen. Si el autor se olvida del público, éste se olvidará de lo que él haga. Creer que se está por encima de los destinatarios es una estupidez, y más aún en el llamado séptimo arte, dirigido no a un grupo de exquisitos sino a incontables espectadores. Que no pretenden que un autor se luzca, sino satisfacer su necesidad de entretenimiento o belleza o aventura u otro tipo de emoción. Quien quiera lucirse, él o ella, que busque productores y corra el riesgo. El erario no está para experimentos personales. Si aquí se trabajase con más humildad y menos egos, iríamos mejor en este campo yermo. Y en los otros, también.

Antonio Gala/ El Mundo

jueves, 24 de septiembre de 2009

Cultura, cinexín hermafrodita


HAY EVIDENCIAS que deslumbran por el lado de la estupidez. Ideas cimarronas que vienen a disimular, disfrazadas de modernas, el infantilismo proteccionista de algunos legisladores con castañuelas. El Ministerio de Cultura -tan orfeónico, tan industrial, tan lejano- se suma decididamente a la lumbre paternalista. Ahora contraataca con la escenografía tumultuosa de la Ley del Cine -esa neurastenia mercantil-, pero aliñada con la picana de la discriminación positiva. El objetivo es forzar y favorecer películas y guiones firmados por mujeres. Hacer del género un número, una tachadura social, un bingo, un trato de favor. El sexo como rasgo selectivo en los asuntos de la creación. Qué dudoso.
La Cultura, la que ocurre al margen de los ministerios, la auténtica (quiero decir), no se mueve por paridades. Sucede al compás del talento, que es la única subvención fiable y además viene de serie. La igualdad no se da, se toma. Es una conquista que los Gobiernos no gestionan, aunque sí pueden trucar. Este rudimentario sistema de malentender el equilibrio con un parchís de cuotas, vulvas al peso, no le otorga color de salud a la tarea de ese ministerio. Está comprobado que en la Casa de las Siete Chimeneas se dan unas corrientes de aire muy inadecuadas para el oficio de pensar la cultura, de natural hermafrodita.
............
Serán cosas de la edad, pero para mí las chicas de hoy cuentan como un hombre. Y no como reducto orgánico de la Dama de Elche. En la perola de la política pelean por situar a la mujer donde ella ya se ha colocado. Otra vez van por detrás de la calle. No era necesaria esta solidaridad de porno casero para hacer luego el mismo cine de pobres (de tíos o de tías, ya digo que no veo diferencia: sólo es cine). Al final, lo que queda en el aire es una ortopedia, una discriminación aceptada. Un contrasentido. Y ese cubilete trilero siempre esconde trampa.


Aontonio Lucas/El Mundo